viernes, 29 de noviembre de 2013

Noticias literarias de noviembre,

El escritor peruano Jorge Eduardo Benavides gana el premio Torrente Ballester:

El escritor peruano Jorge Eduardo Benavides ha ganado el Premio Torrente Ballester con la obra 'El enigma del convento', una novela histórica ambientada en el siglo XIX entre España y Perú y en la que la intriga, el suspense y las conspiraciones conducen la acción.
El jurado de los galardones ha votado hoy la obra ganadora por mayoría en esta XXV edición de los premios, convocados por la Diputación de A Coruña y uno de los más prestigiosos de España, por la "calidad y excelencia" de esta obra literaria que está "admirablemente bien escrita". Jorge Eduardo Benavides (1964, Arequipa, Perú) acaba de publicar en Perú 'Un asunto sentimental' y es autor de obras como 'La paz de los vencidos', 'El año que rompí contigo', 'Los años inútiles', 'La noche de Morgana' o 'Un millón de soles'.



La novela negra francesa hace sombra a nórdicos y anglosajones:

El género policiaco en Francia está de fiesta. Hace 152 años que Honoré de Balzac publicó Un asunto tenebroso, lo más próximo a una obra fundacional del género en el país vecino, pero, lejos de mostrar signos de cansancio, la literatura criminal no para de crecer más allá de los Pirineos y de extenderse por Europa rivalizando con nórdicos y anglosajones. Uno de cada cuatro libros vendidos en el país vecino es novela negra y prácticamente todas las editoriales tienen su colección o sello policial. A la tradición del polar más clásico de los sesenta y setenta, con una fuerte carga crítica y social, se han unido otras voces nuevas, jóvenes que han llevado al género a otros lugares, a otras realidades, que le han dotado de fuerza y lo han renovado sin perder su esencia.



Enriqueta Antolín, la voluntad de narrar:

La autora muere a los 72 años. 
Publicó su última novela, 'Qué escribes Pamela', en 2012. Había en Enriqueta Antolín (Palencia, 1941) una voluntad íntima de querer y de contar. Aparecía en sus libros, pero sobre todo saltaba en su mirada, en su manera de relacionarse con los demás. Querer y contar, estar cerca aunque estuviera lejos. Esa sutileza, que se expresaba en la ternura personal, se convertía en su escritura en una manera de ser rabiosamente literaria.

 

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