viernes, 29 de noviembre de 2013

Diez siglos para una declaración de amor a París,

Edward Rutherfurd (Salisbury, Reino Unido, 1948) es un novelista de enorme éxito internacional especializado en voluminosas novelas históricas en las que sagas familiares ficticias corren aventuras a lo largo de los siglos en una ciudad determinada, que queda minuciosamente descrita tanto en su evolución física como en los acontecimientos históricos más destacados que tuvieron lugar en ella y los personajes más influyentes de su devenir político y social. Hasta la fecha se han publicado en España (Roca Editorial) Londres, Nueva York, y ahora París.
 Para cada uno de sus libros, lo primero que hace Rutherfurd es visitar el lugar, pasear días enteros, impregnarse de la atmósfera particular de la ciudad. Aunque suene pretencioso sostiene que, para el autor, el lugar tiene que parecer mágico. Luego sigue “el proceso de educar mi propia imaginación”, la reunión de información histórica, y entonces el proceso de “imaginar a personas en ese paisaje urbano”, que no es poco trabajo, pues el protagonismo de sus novelas es necesariamente coral (en París, por ejemplo, los miembros de cuatro familias de diferentes clases sociales, a lo largo de diez siglos). París, dice Rutherfurd, “es complejidad. Me enamoré de la ciudad. Bueno, todo el mundo se enamora de París. Es romántica, y al mismo tiempo puede ser muy fría. La monarquía francesa fue muy fría, Napoleón fue muy frío… París es también una ciudad de revoluciones, y políticamente la Revolución francesa, los ideales que la informan, es todavía una obra en marcha, no ha concluido. Lo cual novelísticamente es también romántico e interesante, como su habilidad para salir graciosamente a flote después de toda clase de conflictos y derrotas. Pero, como le digo, es una ciudad compleja. Tome la torre Eiffel: es un símbolo fálico, pero también tiene una gracia femenina…”.

Att: Cuacs.

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